QUE PASARA CON LA GUERRA COMERCIAL ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CHINA
Se dice que la guerra comercial entre China y Estados Unidos apunta más a la tecnología que al comercio. El caso de la implantación del 5G, y en donde Huawei parte con una posición de ventaja, afectaría la actual geopolítica. El quid de la cuestión es: ¿Hasta qué punto se le permite a empresas extranjeras y se les da capacidad de gestión sobre una tecnología que podría suponer una revolución vital para las telecomunicaciones?
ZTE, al igual que Huawei, pasó por un proceso similar por mantener acuerdos con los regímenes de Irán o Corea del Norte (según Washington). La tecnológica asumió su responsabilidad para poder seguir vendiendo en USA, pagando una abultada multa.
China hace mucho tiempo que dejó de ser solo la “fábrica del mundo” y ha crecido de forma exponencial gracias a sus exportaciones y a su consumo interno. A su vez, China compró enorme deuda estadounidense que podría “usar” si se elevan los aranceles de forma perjudicial para sus compañías. Por último, y cuando USA afrontaba la crisis económica mundial de 2008, China adquirió millones de bonos americanos y deuda de este país. Esto le sirvió a USA para financiarse en esa oportunidad, pero si China vendiera masivamente toda la deuda americana que atesora -mecanismo que algunos llaman el “botón nuclear“, Estados Unidos vería rápidamente cómo le costaría mucho más financiarse en los mercados, con unas implicaciones que podría ser muy extensas.
Por su parte, la llegada al poder de Donald Trump bajo su lema “Make America great again” reflejan el sentimiento de pérdida de poder industrial y manufacturero de los Estados Unidos. El Presidente norteamericano llama “robo de propiedad intelectual” a las prácticas de China que obliga a empresas extranjeras para producir y vender en el país, forzándolas a hacer alianzas con socios locales (chinos) para poder vender dentro de sus fronteras. Unos acuerdos que en muchos casos implican ceder información de patentes y procesos, y que por supuesto las empresas chinas pueden reutilizar después. Este, por ejemplo, es un mecanismo básico en el sector del automóvil, donde los fabricantes Europeos solo han podido empezar a vender en China tras pagar este “peaje“.
Google retiró la licencia para el uso de Android a Huawei, por lo cual esta marca sólo podría usar la opción de software libre (AOSP) del sistema operativo, y se eliminaría el uso de apps básicas como Gmail y el acceso a la Play Store.
La empresa cumplía una orden del ejecutivo de los EEUU para impedir que las empresas norteamericanas trabajen con equipos de telecomunicaciones de fabricación extranjera, con un objetivo en claro: Huawei (tercer fabricante mundial), a la cual acusan de “espiar” y aludiendo a cuestiones de “seguridad nacional”. A Google se sumaron posteriormente otros proveedores norteamericanos y que operan allí como Qualcomm, Intel y ARM.
Google no afectará a los teléfonos existentes, pero sí a los futuros. Asimismo, hay una gran presencia de empresas estadounidense en China, y a contrapunto de ello, está pendiente un previsible aumento de aranceles que podría llegar a ocurrir.
Nike y otras 140 empresas americanas textiles y dedicadas al calzado con sede en USA pero plantas en China le solicitaron a Trump que repensara esta postura ante el riesgo de que sus precios se encarecieran para el consumidor final. Es decir, para todo el mundo. Si se aumentan los aranceles a productos chinos, es muy probable que China haga lo propio con los que importa de Estados Unidos, lo cual podría afectar de retorno a otras empresas tecnológicas entre las que estaría Apple. Apple vende sus dispositivos en China, pero también tiene plantas de ensamblaje allí. Si Apple dejara de fabricar sus smartphones en China (por el aumento de aranceles) sus teléfonos podrían aumentar su precio casi un 20%.